martes, 20 de julio de 2010

Sobre vegetarianismo: J. M. Coetzee- Elizabeth Costello


Hace tiempo leí un libro genial. Trata de una escritora australiana, a saber Elizabeth Costello, que realiza una serie de viajes y conferencias acerca de sus obras. El libro gira en torno la sexualidad de esta mujer, el vegetarianismo, (bien ahí!) sobre Joyce, y claro... varios temas literarios.
Lo recomiendo fervorosamente.

Una parte del libro que me gustó:

Estar vivo es ser un alma con vida. Un animal, y todos somos animales, es una alma encarnada. Esto es precisamente lo que Descartes vio y, por sus propias razones, eligió negar. Un animal vive, dijo Descartes, igual que una máquina. Un animal no es más que el mecanismo que lo constituye. Si tiene alma, la tiene del mismo modo que una máquina tiene una batería: para darle la chispa que la pone en funcionamiento. Pero el animal no es un alma encarnada, y la cualidad de su ser no es el goce.
"Cogito, ergo sum "es otra de sus frases famosas. Se trata de una fórmula que siempre me ha incomodado. Implica que un ser vivo que no haga lo que nosotros llamamos pensar viene a ser de segunda clase. Al hecho de pensar, al raciocinio, le opongo la plenitud, la encarnación, la sensación de ser. No la conciencia de uno mismo como una especie de máquina fantasmal pensante que lleva a cabo razonamientos, sino al contrario, la sensación, una sensación fuertemente activa, de ser un cuerpo con miembros que se extienden en el espacio, que están vivos para el mundo. Esta plenitud contrasta severamente con el estado clave de Descartes, que da una sensación de vacío: la sensación de guisante rodando dentro de una concha.
La plenitud de ser es un estado difícil de sostener cuando se está encerrado. Estar encerrado en una cárcel es la forma de castigo que prefiere occidente y que hace lo imposible para imponer al resto del mundo mediante la condena de otras formas de castigo (el apaleamiento, la tortura, la mutilación, la ejecución) igual de crueles y antinaturales. ¿Qué nos sugiere eso sobre nosotros mismos? A mí me sugiere que la libertad del cuerpo para moverse en el espacio es colocada en el punto de mira como el estado en que la razón puede dañar el ser ajeno de forma más dolorosa y eficaz. Y ciertamente es en la criaturas menos capacitadas para soportar el encierro (criaturas que se ajustan menos a la imagen cartesiana del guisante encerrado en una concha, al que le da igual que lo encierren otra vez) donde vemos sus efectos más devastadores: en los zoos, en los laboratorios y en las instituciones donde no hay lugar para el flujo de goce que deriva de vivir no en un cuerpo ni como un cuerpo, sino del mero hecho de vivir como ser encarnado.
La pregunta sería; ¿tenenos algo en común (razón, autoconciencia, alma) con el resto de los animales? (Con el corolario de que, de no ser así, entonces tenemos derecho a tratarlos como queramos, a encarcelarlos, a matarlos y a deshonrar sus cadáveres.) Regreso a los campos de exterminio. El horror específico de los campos, el horror que nos convence de que lo que pasó allí fue un crimen contra la humanidad, no es que los asesinos trataran a sus víctimas como a piojos a pesar de que compartían con ellas la condición humana. Eso también es abstracto. El horror es que los asesinos se negaran a pensarse a sí mismos en el lugar de sus víctimas, igual que el resto del mundo. La gente dijo:" Son ellos los que pasan en esos vagones de ganado". La gente no dijo: "Soy yo el que estoy en el vagón del ganado"(...)
En otras palabras, cerraron los corazones. El corazón es la sede de una facultad, la compasión, que aveces nos permite compartir el ser ajeno. La compasión tiene todo que ver con el sujeto y muy poco con el objeto, con el "otro", como vemos de inmediato cuando pensamos en el objeto no como un murciélago ("¿Puedo compartir el ser de un murciélago?), sino como otro ser humano. Hay gente que tiene la capacidad de imaginarse como otra persona y hay gente que no la tiene ( cuando esa carencia es extrema, los llamamos psicópatas). Y hay gente que tiene esa capacidad pero decide no ponerla en práctica.


4 comentarios:

  1. Mmmm... Me gustaría que la autora (o Descartes) especifique que es lo que llama "alma".
    "Estar vivo es ser un alma con vida." Esa frase presupone que existe algo como un alma sin vida... que ambas, vida y alma, no son necesarias para sostener una a la otra (O mas bien la vida no puede sostenerse sin alma pero el alma puede existir sin vida.
    Encuentro un serio problema en esa concepción ya que no existe una definición, prueba o evidencia de la existencia de algo llamado "alma".

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  2. Otra cosa que me quedo colgada...
    "Cogito, ergo sum"
    Es muy gracioso como desde un mismo concepto la autora y yo llegamos a conceptos completamente opuestos. Mi vegetarianismo justamente tiene uno de sus basamentos en Cogito, ergo sum. No es, para mi, considerar que aquellos seres que no refleccionan en el pensamiento son inferiores o de segunda clase, sino que al poder refleccionar en el pensamiento puedo entender sus existencias como ellos no podrian entender la mia. Un animal come lo que tiene que comer. Un animal naturalmente omnivoro como es el ser humano pero no dotado del pensamiento reflexivo que poseemos no pensaría dos veces en comer a otro animal. Nosotros tenemos la opción gracias al pensamiento de poder ver a los otros animales empáticamente. Podemos de alguna forma ponernos en su lugar, sentirnos reflejados en sus ojos.
    Si bien esta empatía no es la principal fuente u origen de mi vegetarianismo mentiría al decir que no forma un elemento de peso en la decisión de volverme vegetariano y calculo que es ese mismo "Cogito, ergo sum" el cual ha llevado de una forma u otra a todo vegetariano a tomar este camino.
    Será que soy mas de poner el intelectualismo por sobre la sensibilidad pero aún asi considero que la sensibilidad proviene del intelectualismo, es nuestra capacidad de raciocinio la que nos permite sentir de la forma en que sentimos.

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  3. Hola!
    Mira qué cosa, lo que decís se opone tajantemente con lo que sostiene Coetzee (o el personaje, nunca lo sabremos, o si). Luego, en ese largo discurso que sostiene el personaje de Elizabeth Costello se refiere al carácter parcial, por así decir de la razón. La razón no es lo que define al hombre, no es su esencia, como sostiene Aristóteles sino qué mas bien constituye un aspecto del ser humano. Un aspecto que se ha convertido en la parte que define al todo.
    Por otro lado, no estoy de acuerdo con vos respecto a lo que decís de la racionalidad por encima de los sentimientos. La razón como transformadora no me cuadra. Creo que tranquilamente podes "razonar" que es "malo" comer carne porque supone el sufrimiento de un ser, pero de ahí a que te importe, eso es otra cosa. El tema es el siguiente, puedo tomar conciencia de lo que sea, pero eso no me conduce linealmente a obrar en consecuencia. Yo modifico mi hacer porque me importa, porque de algún modo me sensibiliza.

    Gracias por tus comentarios, está bueno, igual, no estar de acuerdo.

    Un Abrazo!

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  4. No concuerdo con Rolando Patricio cuando dice "considero que la sensibilidad proviene del intelectualismo, es nuestra capacidad de raciocinio la que nos permite sentir de la forma en que sentimos". Mucho antes de aprender a razonar como lo hacen los adultos (eso nos lo van inculcando nuestros padres y la sociedad toda, a medida que crecemos) ya tenemos la sensibilidad a flor de piel: sentimos hambre, frío, calor, placer, displacer y sentimientos mucho más profundos también.

    De hecho los animales no razonan como nosotros, y sin embargo son capaces de sentir y de conocer el amor muchas veces mejor que nosotros mismos.

    Personalmente creo que aquello que vos llamás "intelectualismo" es casi lo contrario de la sensibilidad. La intelectualización (o, para Anna Freud, "racionalización") no es más que una técnica defensiva para lidiar con los sentimientos.

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